Valencia celebró el 150ª aniversario del derrumbe de las murallas de la ciudad antigua, el mes pasado, y si viajáramos en el tiempo siglo y medio atrás, la imagen que veríamos al sobrevolar Valencia sería muy diferente a la actual.
Entonces, la ciudad con un diseño circular, estaba contenida por unas murallas que defendieron Valencia a lo largo de 3 siglos; y además se erigía junto al río Turia, entonces caudaloso y en su propio cauce.
Pero este perfil urbano empezó a cambiar hace 150 años, cuando el 20 de febrero de 1865, se empezó a demoler las murallas medievales que rodeaban la ciudad y junto con ellas, 10 de sus 12 torres defensivas.
Aunque hoy podría ser muy cuestionable deshacerse de este valioso patrimonio arquitectónico, lo cierto es que así ocurrió. Razones como la pérdida de eficacia defensiva, con el desarrollo de nueva artillería pesada y la necesidad de “abrir” la ciudad para mejorar las condiciones higiénicas por los brotes de cólera, hicieron que esto formara parte de la historia de la ciudad.
Retornando al siglo XXI nos encontramos con una Valencia que ha crecido extramuros y con un cauce seco, pero vibrante de vida urbana.
Los rastros de esta efeméride serían los grabados de la época que muestran la Valencia amurallada, pero afortunadamente aún nos quedan varios testigos mudos del derrumbe: las majestuosas Torres de Serranos y Torres de Quart, que su función como cárceles de la época las salvaron del triste final, además de restos de muralla junto a la parada de metro en Colón.
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